Libérate del deseo de querer controlarlo todo, esa actitud destruye cualquier relación, te convierte para los demás en una persona poco confiable e irrespetuosa y a ti, en una persona amargada y solitaria.
Ofrece lo mejor de ti, escucha a las demás personas, acepta las formas diferentes de hacer las cosas, cede, permite que se desborde toda tu capacidad de amar y servir.